La libertad aún no la tenemos, hay que luchar por ella.
Luchamos por ella cuando el dominio español hincaba sus garras en esta
joven América. Sacudido de ese yugo, vino un tirano, audaz y de odiosa memoria:
Iturbide. Hizo traición a los españoles para después hacer traición a los
mexicanos. Con su vida pago su audacia.
Después, en luchas siempre por la libertad, se regaron los campos con sangre hermana. El clero, por medio de sus mercenarios, quería imponerse, pero las ideas democráticas y republicanas se lo impedían: la fresca sabia de este pueblo tan befado y hostigado repudiaba las tenebrosidades del claustro y por naturaleza odiaba las opresiones vergonzosas.
Con vertiginosidad pasmosa sucedían presidentes a los presidentes. Sus administraciones efímeras no eran más que el reflejo de ese ir y venir de ideas que se encontraban, y después de una corta lucha decidían una situación.
Después, en luchas siempre por la libertad, se regaron los campos con sangre hermana. El clero, por medio de sus mercenarios, quería imponerse, pero las ideas democráticas y republicanas se lo impedían: la fresca sabia de este pueblo tan befado y hostigado repudiaba las tenebrosidades del claustro y por naturaleza odiaba las opresiones vergonzosas.
Con vertiginosidad pasmosa sucedían presidentes a los presidentes. Sus administraciones efímeras no eran más que el reflejo de ese ir y venir de ideas que se encontraban, y después de una corta lucha decidían una situación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario